La corrupción como sistema

 

Hace un par de días, en entrevista radial, preguntaba el periodista a un ex Comandante de la Policía Nacional, las causas que explicaban la participación, cada vez más evidente y grosera, de integrantes de esa fuerza de seguridad en hechos delictivos.-

 

La respuesta, ensayada a modo de explicación, parecía sencilla y de una lógica inquebrantable. La conducta de muchas de las altas autoridades del Gobierno, en los últimos años, constituía un mal ejemplo.-

 

Ministros procesados, Gobernadores, Senadores, Diputados y Jefes de distintas reparticiones públicas, habían transitado por la senda del delito, y en consecuencia, el razonamiento de algunos integrantes de las fuerzas policiales era: “…si ellos roban ¿porque yo no…?”.-

 

El periodista se sintió satisfecho con la respuesta y el curso de la entrevista tomó otro rumbo. Sin embargo, me quedó la sensación de que la explicación era el fruto de una visión cándida, cuyo propósito principal era – fundamentalmente – presentar a la Policía como víctima de un sistema de Gobierno que contagiaba a los integrantes de sus cuadros, sobre todo a los jóvenes que se incorporaban recién a las fuerzas policiales.-

 

Puede que el ex Comandante tenga razón, en alguna medida, pero mínima, porque el factor principal es otro, y lamentablemente nadie quiere decirlo porque no hay pruebas materiales que permitan una denuncia documentada, lo cual expone a cualquiera que procure desnudar la realidad.-

 

Asumiendo el riesgo de una persecución penal posterior, e inclusive de otras acciones, debemos poner las cosas en claro, pues de otro modo las conductas desviadas, las costumbres ilícitas, lejos de retroceder, se consolidarán definitivamente, dejando a la sociedad indefensa, a expensas de una Policía corrupta.-

 

En los veinte y dos años de vida Institucional que lleva la actual Policía Nacional, se han ido estableciendo mecanismos de recaudación, administrados mediante sistemas de premios y castigos, en virtud de los cuales, los integrantes de la fuerza policial destacados en Comisarías, deben cumplir – en paralelo a sus funciones – con la tarea de recaudar y tributar regularmente a sus superiores. Si no alcanzan las “metas” establecidas, son objeto de traslados a lugares menos “importantes” o alejados de los puntos de mayor “productividad”.-

 

Del mismo modo en que este modelo se ha desarrollado en otras Instituciones (Aduanas, Puertos, Caminera, Municipalidades, etc.), en la Policía, sus integrantes no se contentan con “recaudar” para sus superiores, y cuando ya han entendido plenamente cómo funciona el sistema, no es el mal ejemplo de algún Ministro, Senador o Diputado, el que lo induce a cometer aquellos delitos que nos sorprenden cotidianamente.-

 

La participación de los Agentes del Orden en “mexicaneadas”, robos y asaltos, es la lógica consecuencia de la corrupción generalizada al interior de sus cuadros, y el resultado de la evolución de conductas que lejos de ser combatidas, han sido toleradas y hasta fomentadas, cuando no alentadas por los máximos responsables de la Institución.-

 

En un principio, la “recaudación” originada en la custodia de Comercios, Bancos y Financieras, era reforzada con la apropiación de una parte de bienes y objetos rescatados o recuperados de los delincuentes. Pero, como el método resultaba provechoso y sin mayores riesgos, las prácticas se ampliaron. Delincuentes y reducidores ya trabajaban para Policías.-

 

En la actualidad, sin embargo, pareciera que los Agentes del Orden han superado sus propias expectativas y no tienen interés en compartir “ganancias”. Ya no se quedan con una parte de los bienes recuperados, han decidido no compartir “ganancias” con los delincuentes, ya se encargan ellos mismos de `participar directamente en los delitos.-

 

Oficiales y sub-oficiales, jóvenes y antiguos, comparten hoy con Altos Jefes Policiales, la condición de imputados, procesados y hasta condenados, y en el futuro, el panorama no registrará cambios alentadores, mientras no se inicie una campaña de largo aliento, seria, eficaz y sin contemplaciones, que comience y termine la necesaria labor de desmontar la corrupción como sistema, que se ha instalado al interior de los cuadros policiales.-

 

Jorge Rubén Vasconsellos